Praxiles es el artista que mas debió sentir "la divina manía" o "divina locura"..... No es éste lugar de describir el proceso de implantación del culto de Dionisios, tracio, al suelo de Grecia. Debió infiltrarse desde muy antiguo tiempo, hasta antes que Apolo en Delfos, por lo menos, el mismísimo templo de Apolo estaba en parte dedicado a Dionisios, que ocupaba enteramente, con su cortejo de sátiros y ménades, uno de los frontones. Deliberadamente hemos mencionado la asociación o simpatía de Apolo y Dionisios en Delfos, para que esta ayude a comprender al lector el caracter del dios y la calidad de sentimientos que procuraba. Apolo, con su radiante inspiración, procuraba conocimiento; Dionisios, con su éxtasis, procuraba inspiración. Apolo, tenía algo de dionisíaco, y Dionisios algo apolineo. El culto emocional de Dionisios iba acompañado de prácticas que estimulaban visiones y que hacían creer en portentos.
Para nosotros, educados en el concepto romano de la identidad de Dionisios con Baco, el dios de las "divinas orgías" es todavía un dios del vino y de la borrachera. Todo lo que no pudo distinguir Plinio fué que la borrachera del Dionisios de Praxiteles es noble; pero para un griego del siglo IV debía de ser mas que eso, debía de ser santa. El fenómeno místico estimulado por la embriaguez producía una sensación de inmortalidad e inmanencia en los enajenados. Predecía una vida superior a la presente.
La exitación que intensificaba el poder de los sentidos, no era solo consecuencia de la embriaguez, eran danzas, gestos, gritos y música, pero sobre todo estimularse con el ejemplo unos a otros, lo que producía el éxtasis de las ménades. En este sentido la "manía o locura" dionisíaca, era un estado en el que se perdía el sentido de proporción y del buen juicio, y en el que se veían y juzgaban las cosas, con un valor muy diferente del que tenían en realidad. Las ménades conseguían un vigor y una fuerza inusitados; podían resistir excesos, que hubieran destruido un cuerpo en condición normal. Con respecto a las cosas invisibles, se separaban de lo vulgar y cotidiano, que carece de secretos, y que ha perdido gravedad por su repetida contemplación. La embriaguez dionisíaca, procuraba siempre nuevas visiones; la realidad se bifurcaba, se ramificaba en múltiples y variadas posibilidades para los poseídos.
Y he aquí que un dios nuevo recién llegado del Olimpo, era el responsable de esta maravillosa intoxicación....
CONTINUARÁ.....
Parte 2 , y ÚLTIMA
¿Qué duda hay de que un artista tan de su tiempo, tan hijo del siglo como Praxiteles, debía de tratar de glorificar a este dios y al mismo tiempo satisfacer a sus clientes? Vean lo que podía llegar a inspirar Dionisios en un artista. El busto de Nápoles, mal llamado por algun tiempo "Platon"*(1), es posible que sea un reflejo del Dionisios mencionado por Plinio. La estatua gigantezca del dios, de pie, envuelto en su gran manto, se bautizó como "Sardanápalo"; hay de él tres copias conocidas (Nápoles, Vaticano, y Museo Británico)*(2) que denotan una admiración por ella desde la antigüedad, y que nosotros todavía compartimos. Praxiteles, en otras creaciones, debió intentar reflejar algo del embebecimiento dionisíaco que las ménades se procuraban agitando los tirsos al son de címbalos, y que ellos, los artistas, obtenían con la pura observación de la forma. La forma maravillosa, de todo lo que existe basta para sumergir en éxtasis a un ser inteligente. El cuerpo humano, especialmente, ¡que delicia! Mirarlo, tocarlo, sentirlo... debía ser un placer místico para Praxiteles.

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